
Cuando el último zar, Nicolás II, encargó a la casa de orfebrería Fabergé un huevo para felicitar la Pascua de 1913 a su madre, la emperatriz viuda María Feodorovna, el emblemático joyero ruso creó una obra de arte en miniatura que pasaría a los … anales de la historia por su delicadeza y su majestuosidad. La pieza, perteneciente a la colección imperial de los Romanov, se ha vendido este martes en Londres en una subasta de la casa Christie’s por 26 millones de euros.
La venta establece «un nuevo récord mundial para una obra de Fabergé», según ha destacado en un comunicado Margo Oganesian, responsable del departamento del orfebre de San Petersburgo y obras rusas de la casa de subastas. La joya, que despertó el interés de coleccionistas internacionales, estaba valorada en casi 23 millones de euros por Christie’s, que no ha revelado ni la identidad ni la nacionalidad del comprador.
El récord anterior para una pieza similar lo estableció en 2007 el llamado huevo Rothschild: una obra creada en 1902 por Michael Perchin, orfebre que trabajó bajo la supervisión de Fabergé. Decorado con joyas, un reloj y un gallo autómata, fue vendido por la misma casa de subastas por unos 10 millones de euros a un coleccionista ruso.
Más de 4.500 diamantes
Finamente tallado en cristal de roca y delicadamente grabado en el interior con motivos de escarcha, el huevo es una obra maestra diseñada por Alma Theresa Pihl y elaborada por Peter Carl Fabergé. En el exterior, la pieza cuenta con copos de nieve de platino engastados con diamantes de talla rosa, mientras que la bisagra lateral está oculta con dos bordes verticales también de platino con diamantes. Todo ello está rematado con una piedra lunar cabujón fechada en 1913.
Este ovoide está tallado sobre una base de cristal de roca formada como un bloque de hielo derretido, aplicado con riachuelos de platino engastados con diamantes de talla rosa con un pasador en el medio para sostener la pieza. La abertura del huevo revela la ‘sorpresa’ suspendida de un gancho de platino: una cesta de este mismo material con dos asas y enrejado.
La cesta está engastada de nuevo con diamantes y llena de anémonas de madera de cuarzo blanco. Cada flor tiene un tallo y estambres de alambre dorado, mientras que el centro presenta un granate demantoide. Por su parte, las hojas están delicadamente talladas en nefrita y emergen de un lecho de musgo dorado.
Con más de 4.500 diamantes en total, esta pieza forma parte de los 50 huevos elaborados por la casa de joyería y orfebrería Fabergé para la familia imperial rusa con motivo de las fiestas de Pascua, antes de la caída del régimen en 1917. De estas creaciones, son 43 las que han llegado al presente.
Periplo del ‘Huevo de invierno’
Tras la caída de la familia Romanov, con la ejecución de Nicolás II en 1918 y la muerte en Dinamarca de María Feodorovna, el ‘Huevo de invierno’ fue trasladado de San Petersburgo a Moscú en los años 1920, donde fue vendido por los bolcheviques. Allí lo compró un joyero londinense y, en 1949, se volvió a subastar en la capital británica.
«Durante dos décadas, los expertos y especialistas lo perdieron de vista, hasta que fue redescubierto en 1994 y subastado por Christie’s en Ginebra», ha explicado Oganesian. Ocho años más tarde, en 2002, se vendió de nuevo, esta vez en Nueva York.

