Gregorio Marañón Bertrán de Lis (Madrid, 1942) lleva más de cuarenta años volcando su pensamiento y su opinión en artículos periodísticos en distintos medios, entre ellos ABC. Una antología de ellos se publica ahora bajo el título ‘Reflejos de mi tiempo‘ (Galaxia Gutenberg), divididos en cuatro apartados: Política, Sobre Toledo -cerca de esta ciudad se encuentra el histórico Cigarral de Menores, propiedad de su abuelo desde 1923, y que él adquirió en 1978-, Retratos y Viajes. Tras una conversación con su editor, que quería publicar un nuevo libro de Marañón, surgió la idea de recopilar algunos de sus artículos periodísticos. «Elegimos una serie de textos cortos, y, ante mi sorpresa por la premura, mi editor dijo que quería publicarlo ya… Y aquí estamos; el 29 de octubre lo presento».

Reconoce Gregorio Marañón que es de los que relee mucho sus textos mientras los corrige, pero que la naturaleza de estos escritos ha evitado esa tarea. «Lo que aparece en el libro ya está publicado con antelación. Aun así, los he releído, porque en el fondo se trataba de elegir entre unos y otros», explica. «He de decir que me ha interesado y entretenido al tiempo». Los cerca de sesenta artículos que componen el libro abarcan desde el 27 de octubre de 1982 (un día antes de que el PSOE ganara unas históricas elecciones generales) hasta el 7 de febrero de 2025. Más de cuarenta años. «Me he sorprendido al sentirme muy identificado con los primeros textos, que leía con cierto temor a encontrarme con el yo de hace cuarenta años; pero no, los hago míos también hoy».

«La pluma, el autor, son los mismos -dice Marañón-, pero la situación, el paisaje sobre el que están concebidos, son muy distintos. La España que estamos viviendo hoy no tiene casi nada que la relacione con aquella esperanzadora España de principios de la Transición». «Soy optimista por naturaleza -sigue-, pero en este momento no es fácil ejercer ese optimismo. Siento, por tanto, preocupación por mucho de lo que nos rodea».

«La diferencia con respecto a ese primer momento esperanzador que fue la Transición- es que se han roto los puentes del diálogo en nuestra sociedad, y eso es lo que me produce mayor preocupación»

Cree que la solución es clara, aunque «posiblemente no satisfaga a nadie». «La diferencia con respecto a ese primer momento esperanzador -y repito el calificativo para definir aquel tiempo de la Transición- es que se han roto los puentes del diálogo en nuestra sociedad, y eso es lo que me produce mayor preocupación». La polarización está detrás de esa falta de diálogo, aunque no sabría Marañón si es su causa o su consecuencia. «Eso da igual, lo que hay que hacer es recuperar el diálogo, el respeto a las opiniones del otro; desterrar la descalificación y el insulto. Eso es lo primero. Ese respeto que no significa aprobación ni acuerdo, pero que no debe perderse nunca».

Cuando se le pregunta si no cree que se está ignorando e incluso despreciando el pasado cercano, la Transición, para ir más atrás, al franquismo, responde: «Voy a decir una excentricidad: creo que la polarización que estamos viviendo es, a veces, peor que el franquismo que yo conocí. Nací en 1942, terminada la guerra, pero cuando empecé a intervenir en el diálogo social fue ya de joven, en la Universidad. Y crecí en una universidad dialogante. Casi me atrevería a decir que hay cosas del presente que son más intolerantes que ese pasado de la dictadura».

Aclara Marañón que «entre dictadura o democracia solo cabe una opción. Hay diferencias abismales de calidad de pensamiento, de vivencias, de libertad, de desarrollo, de todo… Pero en cuanto al diálogo social hay cosas que no están mejor hoy que hace unos años». Uno de los remedios, asegura, es el conocimiento de la historia y la lectura. «No tengo ni la más mínima duda de que es absolutamente necesaria, perentoriamente necesaria, pero tampoco soy muy optimista de que vayan a cambiar nuestros hábitos».

«El premio Mariano de Cavia me enorgulleció muchísimo pues es, sin duda, uno de los premios más relevantes del periodismo español; la llamada con la que me comunicaron que había ganado el premio fue inolvidable»

Hay en el libro artículos publicados en distintos medios, entre ellos ‘El País’, ‘El Español’ o ABC. «Recibí -se adelanta- el premio Mariano de Cavia en 2017 por un artículo titulado ‘La desmemoria que no cesa’ que me enorgulleció muchísimo pues es, sin duda, uno de los premios más relevantes del periodismo español; la llamada con la que me comunicaron que había ganado el premio fue inolvidable, precisamente por lo inesperada que me resultó, pues no conociendo al Jurado no había seguido la evolución de sus debates; es más, me había olvidado momentáneamente de la circunstancia».

Cree también Gregorio Marañón que la politización de nuestra sociedad es, «lamentablemente, un fenómeno muy vivo, que casi todo el mundo mediático está bastante abierto a recoger, y que, incluso, lo fomenta». Sin embargo, si se pusiera ahora mismo a escribir un artículo, el tema sería clarísimamente político. «En estos momentos yo, como ciudadano, reiteraría mi preocupación por la crispación política que vivimos y por la falta de puentes de diálogo en todos los órdenes».

Gregorio Marañón es, desde 2007, presidente de la Fundación Teatro Real, «una institución cultural muy relevante, con distintos colectivos muy importantes que se entrecruzan, se necesitan unos a otros y que permiten que el telón se levante y comience la acción en el escenario. En estos 18 años he aprendido ópera, me he educado musicalmente; pero soy feliz porque siento que me he enriquecido mucho culturalmente, y es una de las andaduras más apasionantes de mi vida. ¿Cuánto tiempo más va a durar esta experiencia? Mientras me encuentre tan bien como ahora no vislumbro ningún final…, aunque, como es lógico, sepa que la andadura tiene límites».

Presume Marañón de equipo en el Teatro Real. «Tenemos un coro excelente, con actuaciones de primerísimo nivel, y también la orquesta es muy buena; hemos introducido el flamenco en nuestra actividad musical, con una gran proyección internacional; nuestras producciones operísticas se representan hoy en las principales óperas del mundo. Se trata de un modelo único de gestión en el sector. Las Administraciones Públicas aportan solo el 30% del presupuesto total; la sociedad civil, un 20%; y, el propio Teatro Real genera el 50% restante. Todo ello es mérito de un equipo extraordinario y de una plantilla comprometida con los mismos objetivos. ¡Que prosiga!»