El mercado del arte se enfrentaba esta semana a un examen decisivo en las grandes subastas de Nueva York, con los ánimos tensos después de que el año pasado las ventas se contrajeran con fuerza. El lunes, en la sede de Christie’s en Rockefeller Center, se vendieron obras por valor de 690 millones de dólares, incluido un espectacular Mark Rothko de 62 millones. Esa venta contribuyó a un alza del 42% respecto a la misma gran subasta de otoño del año pasado.

El martes por la noche, en la madrugada del miércoles en España, Sotheby’s tenía que mantener el tono, en una velada protagonizada por parte de la colección que dejó Leonard A. Lauder, el magnate de los cosméticos. Y con todavía mayor protagonismo de Gustav Klimt y su retrato de Elisabeth Lederer, la gran estrella de la noche.

La expectativa era que el cuadro llegara al precio estratosférico de 150 millones de dólares. Era una obra que había puesto los dientes largos a los grandes coleccionistas: se cree que es uno de los dos retratos de cuerpo entero del pintor austríaco que siguen en manos privadas. Presenta a la joven hija de la familia que patrocinó a Klimt con un espectacular mantón chino. El cuadro ha estado durante cuatro décadas en las paredes del apartamento en la Quinta Avenida de Lauder, fallecido en junio de este año. Muy cerca, de hecho, de donde Sotheby’s tiene su nueva sede, en la antigua sede del museo Whitney, en el magnífico edificio brutalista de Marcel Breuer.

‘El retrato de Elisabeth Lederer’ (1914-16), del pintor austríaco Gustav Klimt, que se perfila como la obra a subasta más cara de los últimos años en Nueva York


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Allí se contuvo la respiración cuando arrancó la puja por el retrato de Klimt. Sotheby’s había apostado con fuerza por hacerse con la colección de Lauder y pagó a sus herederos un importante precio mínimo por subastar 54 obras importantes.

Seis coleccionistas se fajaron por la pieza y el preció se disparó. Pasados unos minutos ya había pasado los 200 millones de dólares y el público aplaudió. Al final, escaló hasta los 236,4 millones, el segundo precio más alto de la historia en subasta. Sotheby’s no dio detalles sobre quién fue el comprador de la obra. El récord lo sigue teniendo Leonardo da Vinci y su ‘Salvator Mundi’, vendido por Christie’s en 2017 por 450,3 millones de dólares.

La puja por el Klimt fue el puntal de una noche de altos vuelos, con una recaudación total de 706 millones de dólares, la más alta de la historia para Sotheby’s en una jornada y por encima del doble de la misma velada de otoño del año pasado para la compañía de origen británico.

Pero también hubo decepciones. La más sonada, la del célebre –infame, para algunos– retrete de oro del artista conceptual Maurizio Cattelan. Pese a que lleva por título ‘América’ y encaja con la estética de poder en el actual EE.UU. –véase la redecoración de la Casa Blanca de Donald Trump y su apartamento en la Torre Trump de la Quinta Avenida–, la obra no despertó interés. Se vendió en una sola puja por 12,1 millones de dólares, el equivalente al valor de los cien kilos de oro de 18 quilates del urinario, más las tasas que cobra la casa de subastas. Es decir, el mensaje del mercado del arte sobre la obra del italiano fue: no tiene valor artístico.

Fue un resultado sorprendente para una creación que –como tanto de Cattelan, como su plátano pegado a la pared– ha dado mucho que hablar. Debutó también muy cerca de aquí, en el museo Guggenheim, en la Quinta Avenida, donde el artista lo colocó en uno de los excusados de su famosa galería en espiral. Allí evacuaron decenas de miles de amantes del arte y del espectáculo antes de que fuera robado en una cesión para una exposición temporal en Reino Unido. Los ladrones prefirieron fundir el oro a tratar de colocarlo en el mercado negro del arte.

Pero había una segunda edición, que es la que ha salido ahora a la venta en Nueva York, sin gran éxito entre los coleccionistas.