
La vida se puede llenar con la obra de Neil Gaiman. Uno puede quedarse en la cama leyendo ‘El libro del cementerio’, o cualquiera de sus novelas de éxito. Echar mano en el baño a un pasaje de ‘The Sandman’, su celebrada serie … de cómic. Enchufar la tele desde el sofá por la tarde y tragarse unos capítulos de ‘Buenos presagios’, la serie basada en la novela del mismo nombre. O, algo más difícil, acudir por la noche a ver la adaptación teatral de otra novela, ‘El océano al final del camino’. O incluso, en formato musical, con la adaptación que preparaba el teatro Leeds Playhouse y que se iba a estrenar en abril, en una gira por varias ciudades de Reino Unido.
El éxito abrumador de la carrera de Gaiman y su presencia en formatos tan diversos están ahora tocados de muerte. El escritor británico protagoniza la última embestida del movimiento ‘MeToo’ contra un peso pesado de la cultura: varias mujeres le han acusado de violación y de encuentros sexuales no consentidos, todo recogido en un reportaje en la revista ‘New York’, plagado de detalles sórdidos sobre las alegaciones de las víctimas y sobre las particulares inclinaciones íntimas de Gaiman. Las acusaciones salieron a la luz el verano pasado en un podcast de Tortoise Media, que llevaba por título ‘Master’. La traducción más cercana es ‘Amo’, un anticipo del sadomasoquismo en el que se encuadran las alegaciones de agresiones y abusos sexuales contra Gaiman.
Pero ha sido el artículo en la influyente revista estadounidense la que ha provocado la caída definitiva de Gaiman, un creador que es en sí mismo una industria: ha vendido más de 50 millones de libros –pocos autores pueden decir eso–, tiene dos libros adaptados a series de televisión, decenas de proyectos en otros formatos y miles de puestos de trabajo creados alrededor de su obra.
Las acusaciones detalladas en ‘New York’ son turbadoras. Una mujer asegura que le obligó a realizar una felación cuando su pene tenía orina. Que la hizo vomitar por penetrar su boca con fuerza y luego le ordenó que se comiera el vómito y lo lamiera del sofá. Estas y otras prácticas de dominación sexual pueden ser consensuadas. Las acusadoras aseguran que no lo fueron, pese a que mantuvieron las relaciones y el contacto con Gaiman. En uno de los episodios escalofriantes del relato, la principal acusadora, Rachel Pavlovich, asegura que Gaiman la conminó a tener sexo en la misma habitación de hotel en la que estaba el hijo de Gaiman, mientras el escritor hablaba con él. Todavía en esa habitación del hotel, con el niño dentro, le hizo lamer su mano llena de orina y practicar una felación con la puerta del baño abierta. Otra mujer le acusó de exigirle favores sexuales a cambio de vivir en una cabaña en su finca en el norte de Nueva York y que le puso su mano en el pene mientras los dos estaban en la misma cama que el hijo del escritor. «No tenía límites», dijo ella.
Pero las acusaciones también han provocado un debate en EE.UU. sobre el consentimiento sexual y su expresión. En muchos casos, las abusadas volvían una y otra vez a Gaiman. Pavlovich llegó a decir de manera literal que todo lo que habían hecho fue consensuado.
Un «monstruo violador»
La reacción de los lectores y usuarios de redes sociales a estas revelaciones van de considerar a Gaiman un «capullo asqueroso» a un «monstruo violador». Toda una novedad para el fenómeno editorial británico, que parecía estar siempre en el lado correcto del discurso público. Autoproclamado feminista, escudo de las minorías, defensor de los transgénero, voz de los refugiados. La decepción entre sus seguidores ha sido mucho mayor que en otros casos de ‘MeToo’ con paralelismos, como el de Armie Hamer. El actor, que ganó gran reconocimiento por su papel en ‘Call Me by Your Name’, la película de Luca Guadagnino, se quedó sin carrera después de varias acusaciones de mujeres de agresiones sexuales vejatorias (Hamer no fue imputado por ningún delito).
Gaiman lo ha negado todo y, hasta el momento, tampoco ha sido imputado por ninguna conducta criminal. «En los últimos meses, he visto con horror y consternación cómo han circulado historias sobre mí en internet», dijo en un mensaje en su propia web. «Ha llegado el momento en el que tengo que decir algo», añadió en relación a la conmoción causada por el artículo en ‘New York’.
«Nunca he mantenido actividades sexuales no consensuadas. Nunca», defendió. Sí reconoció que no es perfecto y que habrá causado dolor en algunas personas. «Pude y debí haberlo hecho mucho mejor. No estaba disponible emocionalmente cuando sí lo estaba sexualmente», aseguró. «Fui descuidado con los sentimientos de otras personas».
Adaptaciones
La cancelación de Gaiman ha sido un proceso largo. Con la aparición de las primeras alegaciones, Disney suspendió a finales del verano la producción de una adaptación al cine de ‘El libro del cementerio’, su novela más premiada. Netflix también paró un proyecto con Gaiman en agosto del año pasado, la segunda temporada de ‘Dead Boy Detectives’, aunque no está claro que fuera por las acusaciones (la segunda temporada de la serie basada en ‘The Sandman’, también en Netflix, sigue de momento en pie. Cuando se estrenó en 2022, se colocó como la serie más vista de la plataforma).
El escándalo impactó a otra serie más: ‘Buenas intenciones’, producida por Amazon Prime Video y que estaba previsto que tuviera una tercera temporada. En octubre, después de las acusaciones, la compañía anunció que se quedaría en un solo capítulo de noventa minutos, en lugar de una temporada entera. Gaiman había participado en el guión de la serie, pero no lo haría en ese capítulo final.
Las decisiones en el mundo audiovisual no tuvieron el mismo eco en el mundo editorial, donde Gaiman ha sido para algunos la gallina de los huevos de oro. Algunos autores fueron críticos con la falta de acción contra Gaiman, sobre todo tras la publicación del artículo en ‘New Yorker’.
«La gente literaria que tenía tanto que decir sobre Harvey Weinstein antes de que fuera condenado ha estado extrañamente silenciosa en respuesta a las acusaciones múltiples contra Neil Gaiman», disparó en X una de las pocas personas que pueden decir que venden más libros que él, J.K. Rowling.
Una de las mujeres que acusó de violación al escritor, Kendra Stout, también condenó la reacción. «El silencio de la comunidad que le rodea –sus seguidores, sus editores– es ensordecedor y perturbador», dijo en una entrevista con ‘The New York Times’. «Escuché que era un secreto a voces que él era un depredador, pero ese murmullo nunca me llegó a mí».
Pero, en las últimas semanas, el sector editorial también ha empezado a dar la espalda a Gaiman. HarperCollins, la editora en EE.UU. de muchas de sus novelas, ha dicho que no hay nuevos libros del británico previstos para su publicación. Lo mismo ha afirmado Marvel, una de las grandes compañías de cómic, donde Gaiman ha tenido proyectos. Por su parte, Norton, que editó ‘Norse Mythologie’, ha asegurado que no tendrá «más proyectos con el autor a partir de ahora». Y su agente literario ya no le menciona entre sus clientes.
Las cancelaciones se han precipitado en los últimos días. Dark Horse Comics, que estaba publicando una serie de cómics basada en la novela ‘Los hijos de Anansi’, anunció a comienzos de esta semana la paralización del proyecto, lo que lo dejará sin su última y octava entrega.
Poco después, los teatros británicos implicados en la producción del musical de ‘Coraline’ también confirmaban que la obra no pisará las tablas.
Algunas editoriales con las que Gaiman ha trabajado –Bloomsbury, Penguin, Hachette– todavía no se han pronunciado. Entre ellas está DC Comics, que sigue haciendo mucho dinero con ‘The Sandman’, del que ha vendido millones de copias.