Cinco días después que la directora del Louvre, Laurence des Cars, denunciase el estado de «decrepitud» del museo, el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció este martes un «nuevo renacimiento» del museo nacional, que deberá prolongarse durante una década. En su feroz requisitoria de la semana pasada, Laurence des Cars denunció, con precisión clínica, desde el estado de los lavabos hasta las amenazas de su entrada principal, pasando por el descuido, la degradación, el «laberíntico» y «problemático» proceso de entrar e intentar visitar las grandes joyas del Louvre, comenzando por la ‘Gioconda’.

Macron desdeñó responder a los problemas de urgencia más inmediatos, prefiriendo presentar una «gran ambición nacional», sin entrar en detalles concretos sobre calendario. «Todas las obras de la nueva entrada se financiarán con los recursos propios del museo, la venta de entradas, el mecenazgo y la licencia del Louvre Abu Dabi, sin gravar al contribuyente», aseguró el presidente francés.

El presidente de la República anunció tres grandes decisiones, por tomar, en su día, en unas condiciones sin precisar: «una nueva entrada al museo», «desplazamiento de la ‘Gioconda’ a un espacio propio» y «subida del precio de entrada a los extracomunitarios» a partir de 2026. Actualmente, la entrada es de 22 euros (unos 23 dólares), pero gratis para todos los menores de 18 años y para los menores de 26 residentes en el Espacio Económico Europeo. Macron subrayó que esos proyectos deberían ser «realistas y financiados correctamente».

Concebir y realizar una nueva entrada para el Louvre es un proyecto excepcional, indisociable de una reforma global de su organización práctica. Desde 1988/89, la entrada principal del Louvre es una pirámide de vidrio y aluminio, concebida por el arquitecto chino Ieoh Ming Pei, siguiendo un «encargo» de François Mitterrand. Esa entrada piramidal ha terminado convirtiéndose en un «infierno», según la directora del museo. La concepción de una nueva entrada anunciada por Macron presupone estudios, proyectos y realización que pudieran prolongarse durante más o menos una década, con un costo de cientos de millones de euros, difíciles de cifrar.

El desplazamiento de la ‘Gioconda’, la obra más legendaria del Louvre, supone tareas igualmente considerables: reordenación de las grandes salas del museo, con un nuevo «diseño» de los desplazamientos públicos. Tarea relativamente sencilla, que supondrá, en su día, una revisión completa de la gestión práctica del museo nacional.

En el terreno práctico, Macron solo anunció una medida concreta: será necesario aumentar el precio de las entradas al Louvre… medida recomendada, desde hace tiempo, por la ministra de Cultura, Rachida Dati.

Dejándose arrastrar por una cierta coquetería «monárquica», el presidente francés anunció ese «renacimiento» del Louvre instalándose a dos metros de la ‘Gioconda’, sentenciando: «Esta renovación y renacimiento del Louvre será una nueva etapa en la vida de la nación». A juicio de Macron, el nuevo Louvre de mañana, dentro de una década, más o menos, marcará un giro en la vida cultural de Francia.

Tan ambiciosa proclamación tiene unos fundamentos políticos, institucionales y financieros muy frágiles. Los presupuestos del Ministerio de Cultura fueron recortados en cien millones hace unos días. Y el Gobierno de François Bauyrou no sabe cuándo podrán aprobarse los nuevos presupuestos del Estado corriendo el riesgo de una censura de la extrema izquierda y / o la extrema derecha.

Sin saber quién, cómo y cuándo podrá pagar el costo del «renacimiento nacional» del Louvre, Macron también pasó por silencio su propia precaria situación institucional. Tras las elecciones anticipadas del verano pasado, el presidente no tiene poder para controlar gastos ni «ordenar» ningún tipo de «trabajos». El jefe del Estado tiene una función «ornamental»: pero su ambición no reposa en ningún poder concreto para decretar u ordenar trabajos, que deberán comenzar los gobiernos de los próximos meses y años.

El futuro de la histórica crisis del Louvre y su anhelado «renacimiento» también pasan por la gran crisis política, institucional y presupuestaria de Francia, la más grave desde la fundación de la V República, por el general de Gaulle, entre 1958 y 1962. Crisis que puede precipitar nuevas mociones de censura y elecciones de nuevos gobiernos hipotecando las promesas ‘literarias’ de Macron, que, según cálculos oficiosos, pudieran tener un costo de entre 700 y 800 millones de euros.