El premio Nacional de las Letras 2025 recae en una poeta de una dicción elegante, esencial, en una de las voces más puras de la poesía española de nuestro tiempo. María Victoria Atencia siempre ha ido por libre, demasiado grande para pertenecer a otra escuela que no sea la del Mediterráneo y el sur, la de la luz solar y el salitre, la de la presencia misteriosa de las cosas. Hay en ella una mirada y una metafísica que solo pueden darse cuando la vida se ha pasado en ese rincón del paraíso que siempre fue Málaga para ella. En efecto, María Victoria Atencia nació en Málaga en 1931 y Málaga no fue solo el lugar de su vida sino el que le dio una cosmovisión y una forma de transcendencia a su palabra.

La premio Federico García Lorca 2010 y premio Reina Sofía 2014 siempre fue dueña de un estilo personal, de una forma de concebir la poesía y su escritura. Se ha hablado de que su poesía tiene tres etapas, pero en realidad solo son tres vías de contemplación, de estrategias para mirar el mundo. Se ha dicho también que es una poesía del asombro de lo cotidiano, marcada por lo culturalista, lo meditativo y una forma de llevar la contemplación de la materia, de las cosas hacia lo espiritual, lo que le acercaría a la mística.

Casada con Rafael León, acompañada por él durante toda su vida, los dos fueron durante mucho tiempo una pareja que se hacía notar en toda la vida cultural malagueña, sobre todo en el momento en que la ciudad quiso quitarse el polvo de la postguerra y volver a sus antiguos esplendores. Revistas, editoriales que trataban de seguir la tradición impresora de la ciudad, como las de Bernabé Fernández Canivell o Ángel Caffarena, recitales… María Victoria Atencia fue siempre una dama elegante, esa dama del sur para la que la estética era una forma natural de vida, para la que la cultura fue su modo de ser más emblemático. Hay algo en ella que pervive de la Generación del 27, y hay algo en ella que tal vez lo aprendió del Grupo Cántico de Córdoba y de Pablo García Baena, sobre todo esos espacios luminosos, intensos en su manifestación del vivir.

 

Para ella no es que la cultura fuera solo una forma de vida, sino una forma de biografía. La biografía de una poeta como María Victoria Atencia fue la de una mujer que contempló la maravilla de la vida en sus más sencillas expresiones, en sus objetos más simples y trató de expresarlos con unas pocas palabras que, en su brevedad, tenían la dimensión del arte de la miniatura.

Su primer libro importante fue ‘Marta& María’ (1976), al que siguieron, entre otros, ‘El mundo de M.V.’ ( 1978), ‘Paulina o el libro de las aguas’ ( 1984), ‘De la llama en que arde’ (1988), ‘Las contemplaciones’ ( 1997), ‘De pérdidas y adioses’ ( 2005), ‘El umbral’ (2011) su última entrega hasta la fecha, reunidos todos bajo el título de ‘Una luz imprevista’ (2021). En ellos se habla de pintura, de música, se acerca a la contemplación de una calle, de objeto, pero siempre queriendo dar luz, iluminar esas oscuras y misteriosas presencias que nos acompañan. Misterio precisamente es una palabra que puede definir muy bien lo que ha querido expresar, un mundo misterioso iluminado por una conciencia alerta.

Se habla de la serenidad y de la armonía que respira su poesía, pero la propia personalidad de María Victoria Atencia ha sido así. Y sin embargo no se puede decir que su poesía no refleje las vicisitudes del ser humano, el sufrimiento, la angustia, el malestar o la incertidumbre, lo que ocurre es que lo hace siempre desde el impulso iluminativo. En ella se habla del tiempo y de la muerte, pero como dimensiones propias de la vida. Encontramos por eso una forma de asombro, una forma de constatar la maravilla por la que todo aparece ante nuestros ojos. María Victoria Atencia ha escrito, en definitiva, una poesía de símbolos, de realidades que nos llevan a realidades o pensamientos más altos, a objetos que nos atrapan en una aventura espiritual.

A sus 93 años recibe, por tanto, el premio Nacional de las Letras Españolas y hay que felicitarse de que la alta calidad de su poesía, el ejemplo de su vida poética hayan sido reconocidos con un galardón tan importante. Pero lo realmente significativo es que su poesía nos transmite una forma de mirar el mundo, una compañía, un consuelo a través de la belleza. María Victoria Atencia ha buscado durante toda su vida una manera de entregar la belleza, de hacernos partícipes de una serenidad, y por ello los lectores nunca la han abandonado.