
El Museo de América de Madrid navega una vez más a través de ese turbulento mar que supone el proceso descolonizador propuesto por el ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Este martes, este centro ha inaugurado la exposición temporal ‘Oro y hoja de … coca’, una muestra que promete devolver el significado original que mineral y planta tenían para los pueblos nativos de Colombia. «Propone una reflexión profunda sobre dos elementos que fueron sacralizados con las culturas ancestrales y brutalmente saqueados durante la colonia: el oro, convertido en botín imperial, y la coca, criminalizada y desplazada de sus usos rituales, medicinales y culturales», ha explicado durante la presentación Catalina Ceballos Carriazo, directora de Asuntos Culturales de la Cancillería del país.
‘Oro y hoja de coca’ es la tercera parada de una exposición itinerante organizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia de la mano de Artesanías de Colombia. Una muestra que promete recorrer, como ha explicado el embajador del país en España, Eduardo Ávila Navarrete, «nueve países europeos y más de 10.000 kilómetros».
En Madrid permanecerá en la planta segunda del Museo de América hasta el 23 de octubre; apenas dos jornadas que permitirán recordar a los visitantes, como ha explicado Ceballos secundando el discurso descolonizador de Urtasun, dos momentos neurálgicos de la historia del país: el «saqueo colonial» y la «explotación de los pueblos originarios». «Desde una perspectiva humanista, esta exposición es un acto de justicia patrimonial y de soberanía cultural», ha completado.
El corazón de la exhibición lo conforman 56 réplicas de la Colección Quimbaya alumbradas por Omar Hurtado. Todas ellas basadas en un tesoro que Colombia cedió a España en 1893 y que, desde hace décadas, reclama. «Este proyecto promueve conversaciones sobre el origen del tesoro, cuyo retorno ha sido un interés prioritario para este gobierno, lo mismo que la restitución de otras tantas piezas precolombinas», ha dicho Ceballos. El ministro Urtasun ha defendido varias veces su regreso a Colombia, aunque también ha llegado a admitir que la cesión fue perfectamente legal.
La otra pata de la muestra es ‘La Chagra de Amoka’, de la artista Tatiana Artocha; una pieza que ha sido definida durante la inauguración como un homenaje a la memoria ecológica de los nativos y un llamado urgente a proteger la biodiversidad. «Más allá del pensamiento colonial y la estigmatización contemporánea, Colombia se presenta no solo como una nación diversa, sino como un territorio de pensamiento vivo, de memoria y de conciliación con la naturaleza», ha señalado el embajador a los presentes.
A la presentación han acudido también Andrés Gutiérrez Usillos, director del Museo de América, y Leticia Sastre, Subdirectora Adjunta del Museos Estatales del Ministerio de Cultura y Deporte. El primero no se ha referido a la descolonización y ha señalado que, con esta muestra, «se revaloriza tanto la tradición, como el cuidado del medio ambiente y del entorno, cuyo significado más sentimental en el pasado fue muy diferente a los tiempos más recientes».
Ecos descolonizadores
Vienen de lejos los ecos descolonizadores, aunque fue a finales del pasado mes cuando el Museo de América dio un paso más en esta carrera al confirmar que, hasta noviembre, inauguraría una nueva línea de exposiciones temporales centradas en este proceso. ‘Oro y coca’ será la tercera, después de ‘Tiempos subvertidos. Interferencias en el espacio/tiempo del museo’ y ‘Archivo Von Humboldt. Madrid. Gesto Pacífico’, abiertas al público respectivamente el 27 de septiembre y el 23 de octubre. Y, según ha señalado la embajada de Colombia en una nota informativa, la muestra buscará consolidar el país «como un hito de la diplomacia cultural».
La realidad es que ‘Oro y hoja de coca’ navega con el programa de Ernest Urtasun como faro de Alejandría; sí, el mismo ministro que afirmó que promovería un proceso de revisión que «permita superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas que han lastrado» la visión del patrimonio. Según ha explicado Catalina Ceballos Carriazo, directora de Asuntos Culturales de la Cancillería, la nueva muestra «invita a una reflexión sobre el pensamiento colonial y la estigmatización contemporánea» y busca sensibilizar a la sociedad sobre conceptos como «restitución y repatriación» en momentos «donde se fortalece la cooperación contra el tráfico ilícito de bienes culturales».
«Restitución y repatriación» son términos que hacen saltar las alarmas por estos lares; y más aún, con el medio centenar de réplicas de Omar Hurtado como columna vertebral de la muestra. Colombia regaló el tesoro Quimbaya, formado por 122 piezas de oro y cobre fechadas entre los siglos I y VII, a España en 1893 y, desde hace décadas, reclama su restitución. Sumar, el partido de Urtasun, defendió a principios de legislatura su devolución, aunque el ministro admitió poco después que no existen dudas sobre la legalidad de la donación. Y todo ello, con la descolonización como telón de fondo, una transformación de las colecciones bajo la máxima populista de que fueron forjadas a golpe de expolio durante la época del colonialismo europeo.
Sobre el papel, y según ha explicado en una nota de prensa la Canciller Rosa Yolanda Villavicencio, la muestra anhela también confrontar «las narrativas coloniales que convirtieron el oro en botín imperial» y devolver la dignidad a la «hoja de coca, saber injustamente estigmatizado». Sorprende, cuando, según explicaron los doctores José Manuel López Tricas y Ángela Álvarez de Toledo Bayarte en ABC, fueron los españoles quienes, aunque en principio condenaron la ingesta de las hojas del cocalero, terminaron por liberalizar su cultivo y su uso como método para calmar el hambre y la fatiga tras el Segundo Concilio de Lima, en 1569. Hasta entonces, «su masticación estaba reservada a la clase dirigente».

