David Pérez Chico (Universidad de Zaragoza)

La figura de Ralph Waldo Emerson (1803–1882) sigue siendo motivo de controversia. En vida, su fama fue notable –era conocido como el sabio de Concord–, y fue el primer pensador norteamericano cuya obra tuvo una influencia internacional. Emerson apoyó algunas causas sociales con una conciencia propia de nuestra época: fue un convencido opositor del esclavismo, un defensor del ecologismo y apoyó de manera decisiva la publicación de los escritos de la activista por los derechos de la mujer Margaret Fuller.

Para O. W. Holmes, la conferencia ‘El intelectual americano’ de Emerson es la ‘Declaración de independencia intelectual’ norteamericana. Sin embargo, la ausencia de una lógica concluyente en las argumentaciones, el estilo asistemático, discontinuo y asertivo, en ocasiones místico y, para muchos, ingenuo e indeciso de Emerson, ha llevado a muchos a desconfiar de la seriedad de su pensamiento. Esta desconfianza no es más que una confirmación de que, como supo ver Emerson, no sin decepción, su América (la posibilidad de fundar en sus orillas un nuevo pensamiento), aunque nueva, seguía siendo inalcanzable.

La relación de Cavell con el pensamiento de Emerson no siempre fue de vino y rosas. En ‘Los sentidos de Walden’, Cavell afirma que los sermones de Emerson (fue predicador unitarista) tomados como expresión de sus pensamientos, constituyen un paso en falso, Emerson le parecía un «Thoreau de segunda mano» cuyas lecturas de filósofos como Kant eran erróneas. Pero estos recelos desaparecieron: «La figura de Emerson representa para mí (junto con la de Thoreau) un modo de pensar y de escribir del que me siento capaz de servirme, un modo que al mismo tiempo puede verse como la falsilla pensamiento tanto de Wittgenstein como de Heidegger» (‘La enmienda constitucional de Emerson’).

En ‘En el humor de Emerson’, Cavell aplica a Emerson los criterios que se suelen emplear para decidir si un autor es un filósofo. El primero de estos criterios es el de si el candidato en cuestión ha desarrollado un sistema filosófico. No es el caso de Emerson, pero tampoco parece que en estos momentos sea un criterio relevante. El segundo criterio mide el nivel de desencanto con el ‘status quo’ de la filosofía y pregunta si ha promovido de alguna manera el final de la misma, pero siempre desde la propia filosofía. Cavell apela a algo similar a este criterio en su conocida interpretación de Wittgenstein y también en su interpretación de Emerson.

Otra de las razones del rechazo inicial de emersoniano por parte de Cavell, es que en una primera etapa (cuando publica ‘Naturaleza’), Emerson pensaba que el problema del escepticismo filosófico tenía solución (América estaba ahí para ser descubierta, y «el universo brilla para cada uno de nosotros»). De acuerdo con Cavell esta etapa no representa la voz emersoniana más madura y descreída que ya se percibe en los ensayos ‘Experiencia’, ‘Dependencia de uno mismo’ y ‘El intelectual americano’. Al final de ‘Experiencia’, nuestra relación con el mundo deja de ser exclusivamente de conocimiento y descubrimiento, y se convierte en algo más parecido a un romance en la que, a diferencia de la tradicional relación entre sujeto y objeto, no somos meros observadores («no es instrucción, sino provocación lo que puedo recibir de otra alma»): no poseemos el mundo, respondemos a sus reclamos, volvemos siempre a él en círculos cada vez más amplios, lo cual significa que somos seres «parciales». Esta parcialidad entronca con una de las condiciones de los seres humanos: su pobreza. Cavell interpreta esta condición de la siguiente manera: «Si el universo contiene todos los colores que viste, el que no pueda vestir más de los que puedo darle constituye mi pobreza.» Si nuestro pensamiento es parcial es porque las bases de nuestro yo son inestables, pero también porque tiende hacia algo o hacia alguien.

En ‘Emerson, Coleridge, Kant’, Cavell interpreta en clave romántica las limitaciones que impone Kant a nuestro conocimiento. Nos describe viviendo entre dos mundos, el mundo del entendimiento y el de la razón, pero vivir en dos mundos a la vez significa que no se vive en ninguno. Para Cavell, esto apunta a que los seres humanos estamos insatisfechos con nosotros mismos. Ahora bien, los pensadores románticos ponen demasiado énfasis en el individuo y en su subjetividad, por lo que no son de ayuda si el objetivo es ir más allá de la exaltación de la subjetividad y la búsqueda de la perfección individual. Será Emerson el que muestre a Cavell el camino a seguir por medio de su percepción de que parte de la pobreza de nuestra condición viene dada porque las condiciones de nuestro mundo no son las adecuadas ni para el desarrollo personal ni para el colectivo.

Emerson echa en falta individuos representativos que pueblen «la nueva e inalcanzable América» alejados de las viejas costumbres europeas. Cavell quiere ir más allá y situar el perfeccionismo emersoniano (la capacidad, por ejemplo, de ser cada cual responsable de su propio discurso) a la base de cualquier sistema democrático. Propone la reconciliación de las preocupaciones igualitarias del ideal democrático con la búsqueda de la perfección individual. Confía en que el conocimiento de uno mismo nos empuje hacia la realización de esfuerzos cada vez mayores para respetar la diferencia, las reivindicaciones y el sufrimiento de los demás.

La herencia del pensamiento de Emerson en Cavell es mucho más rica de lo que he podido glosar. Lo resumiré afirmando que los trabajos recogidos en esta magnífica traducción (tercera de las PUZ de la obra de Cavell) reflejan el intento de Cavell por superar la represión de la escritura filosófica de Emerson. Emerson es un representante del tipo de filosofía que Cavell suscribe y, al preguntarse abiertamente cuáles pueden ser las razones para su represión, Cavell pone sobre la mesa la cuestión de cuál es la naturaleza de la filosofía y la de qué es lo que «la hace dolorosa».

Imagen - Emerson, el primer filósofo norteamericano

Ficha:

Título: ‘Estudios trascendentales de Emerson’

Autor: Stanley Cavell

Editorial: Prensas de la Universidad de Zaragoza

Año de edición: 2024

Disponible en Prensas UNIZAR

Disponible en Unebook